viernes

Prosa en Verso XXIX (...)

Hoy te habría llevado flores,
tus favoritas, girasoles,
pero no conseguí ni un solo pétalo.
Quise componerte un verso,
pero tenía mil imágenes tuyas
remplazando mis palabras.
Quise darte un abrazo al verte,
pero tenías tu vida tan ocupada
que solo pude saludarte con triste prisa.
Te habría tomado fotos, hermosa estabas,
pero no tuve un solo instante
para acercarme lo suficiente e inmortalizarte.
Intenté sonreirte y contagiarme de tu alegría,
pero solo era uno más entre la gente
y que te fijaras en mi, ¡que tontería!.
Quise alabar tus magistrales dotes,
pero palabras mas versadas saltaron de otras bocas
convirtiendo mi ideas en profanas.
Pude darte mi mano y acompañarte,
pero tu partida fue decorada
por personas con más arte.
Me habría sentado a ver pasar eones solo por esperarte,
pero si me preguntaras por qué lo hacia
no habría sabido que contestarte.

Podría incluso haber dormido esta noche
pero fue mi elección desvelarme
y en vigilia pensarte, despierto soñarte.


miércoles

Prosa en Verso XXVIII (Cautivo II)

Cercana, tangible, mía y no.
ahora, preciso ahora te apareces fría,
relampagueando, en  lo profundo de mis ojos,
onírica, preciosa, susurrante,
ligera como libélula nadando en el aire,
indiferente, esquiva, etérea,
nadando hasta mis más profundos anhelos,
ahondando sin darte cuenta, adentro.

Cautivos estamos,
en cubos de cristal contiguos.
Nos vemos,
tiendo una mano hacia ti
pero es imposible alcanzarte.
Veo personas pasar, quedarse y mirar
y después seguir de largo, ajenas.
Tú te sientas en el centro de tu urna
a tejer la distancia,
a medir el espacio entre nosotros.
Tú, apacible entre tus girasoles,
me miras, me sonríes
y sigues ajena, con la danza de tus manos,
indiferente.

Ahora me acuesto,
miro las estrellas,
las cuento
de nuevo extiendo mi diestra
y con mi índice dibujo,
te dibujo.
Delineo tu rostro uniendo estrellas,
cierro los ojos para no distraerme,
para recordar el brillo de tu mirada
que no me pertenece, que es tuya,
e intentar plasmarlo.
Como quisiera que ese par de destellos fueran míos.

Rasguño el suelo,
frustrado entierro mis uñas en la tierra;
no es tierra, es arena,
y suspiro,
frustrado suspiro.
Creo que me oyes.
Te veo,
tu me ves,
tus ojos me ven,
intentas con ellos decirme algo,
¿por qué me ves?
¿Qué intentas decirme?
No te alcanzo,
quisiera alcanzarte.

Ocres, marrones, cafés,
con un parpadeo cambian;
grises se arrastran en dirección a mí.
A mi alrededor,
en mi urna, en mi mundo
se hace obvia la imagen desierta que me rodea.
Dirijo mi cabeza hacia ti.
Enredaderas suben por tus tobillos
hasta acariciar tus muslos;
hojas secas anidan en tus cabellos,
suspiros de flores desconocidas caen,
ondulantes,
casi les puedo escuchar ulular
pero son solo suspiros de flores,
suspiros que caen en espirales
hacia tu generoso pecho rosado…
Todo, allí, donde estás, es tan… Tan de colores:
Los verdes y los marrones,
los rojos y los azules,
naranjas, amarillos y violetas,
todos en tantos tonos que apenas los distingo.
Quisiera estar allí
y que me prestes tus colores,
quiero pintar,
quiero que me enseñes a pintar.

Ligera, eres ligera
y en un momento, ante mis ojos
te echas a volar
y aleteas.
Con alas que no sabía que tenías,
que reflejan la luz de la luna.
Y ondula,
como las ondas que se forman en el agua
la luz se mece hacia mi
y la siento tibia acariciándome el rostro
y me imagino que es tu mano
que camina por mi piel
y me estremece.
Yo también quisiera caminarte,
recorrerte despacio y conocerte
descubriéndote cosas, rincones
aromas, sabores, formas.
Sacudes tus alas,
las bates  con suavidad, es solo un ensayo.
Aprendiste a volar.
Llévame a volar,
volemos los dos.

¿Inútil el esfuerzo?
Tranquilo, podrás alcanzarla
-me digo-
y empiezo a palpar el cristal,
a sentirlo con mis manos;
debe existir un lugar,
una salida,
un túnel
un abismo,
una grieta al menos
que me lleve hacia ti,
que me deje ir allí, donde estás.
Nada.
¡Demonios, estás tan cerca!
tan cerca que casi respiro tu aliento.
Me frustra,
me frustra y siento coraje
y golpeo el vidrio,
una y otra vez, cada una con más fuerza
y solo logro lastimarme los puños.
No me mires así,
¿es acaso esa mirada de susto?
No te asustes,
solo quiero salir;
ayúdame a salir.

No puedo dejar de verte
eres tan hermosa,
tan delicada,
tan idílica que parece mentira.
Te arrodillas,
sin verme te arrodillas y tu frente se acerca al suelo
y besas la tierra;
tomas un profundo aliento
-¿una lágrima?-
y cantas,
eso si lo puedo oír
cantas;
si existen, así de hermoso deben cantar los ángeles,
cantas y me conmueves
pero no entiendo,
cantas pero no comprendo en que idioma
no son palabras que mi lengua pueda reproducir.

Ahogo mis pensamientos,
el canto se torna cada vez más triste.
No sé qué pasa,
no entiendo nada.
Todo a tu alrededor empieza a oscurecer,
es el mismo gris que se arrastró hacia mi
ahora se expande
y cubre todo.
A tu alrededor el mundo se marchita
y pierde el color
y se hace frío
y todo muere.

Mas tu ya no lloras
solo cantas
tus párpados cubren tus ojos
y tu solo sigues la melodía
tus manos continúan danzantes
y se me antoja pensar que son ellas
las que absorben el color
y la vida.
¿Qué pretendes?
por lo menos sentía por ti alegría,
tu estabas bien aunque yo me secara solo,
te veías tan feliz
¿Qué hiciste?
¿Por qué lo hiciste?

Ahora me miras
y tu cara se impregna de alegría
y no me ves solo a mi
¿Qué ves?
¿Qué veo?
El gris de mi urna corre,
como sombras que la luz ahuyenta
corre el gris
y mi urna se derrite
como hielo las paredes se deshacen
y se hacen pequeñas
hasta que en el piso desaparecen.

Jugos de colores brotan de la arena
como geiseres fantásticos
brotan y se evaporan
y se hacen nubes
y llueve.
Llueve alegría,
llueve felicidad,
llueven colores y ya no hay arena;
todo huele a hierba
a flores, a notas de canciones
a frutas, a tierra húmeda
a poesía,
a néctar, a luna.
¿Pero qué hay de ti?
no te puedo dejar
no te puedes quedar ahí,

¡Oh hermosa!
no te quedes sola
¿puedes venir hacia mi?
vuela,
vuela hacia mí,
vuela alto y sal de ahí…
Ven, escapa,
escapa conmigo
no te quedes así,
viéndome,
indefensa.
Escapa,
por favor escapa
¿Acaso hiciste esto por mí?
No puedes…
No debiste.

Se me escapa el aliento,
no es justicia la que usa la vida conmigo.
Me siento
y te veo;
tu sentada en tus tobillos me ves
y pones tus manos en tu pecho,
luego en el cristal.
No puede ser más cruel.
Yo estoy libre ahora,
podría soñar, reír, bailar, cantar…
Tu sigues ahí.
¿Qué puedo hacer?
Me postro en el suelo
derrotado, nada se me ocurre,
no se que hacer.
Una plegaria en mis húmedos ojos se escribe
déjenla salir,
por favor déjenla salir.
Preferiría ser prisionero de nuevo.

Estalla el cielo
y una lluvia de cristales finos como polvo cae sobre ti,
puedes salir
despliega tus alas
vuela,
escapa y se libre,
si quieres, junto a mi.

Sonríes,
tus alas se abren,
se agitan y te erizas.
Saltas, revoloteas
y alzas el vuelo
y de nuevo como libélula
en el aire nadas hacia mi.
No se tu nombre,
quisiera saberlo
y un viento susurrante me trae un ‘Marie’,
a los oídos, Marie…

Inerme Marie,
susurrante Marie,
mágica y onírica Marie.
Déjame perderme en tus labios,
déjame alcanzarte despacio.
Vuela conmigo Marie,
llévame hasta el cielo
y hazme creer que es un sueño
y no me dejes despertar.
Llévame y hazme libre en tu cuerpo,
libérame en tus sueños
para que viajemos juntos,
para que soñemos juntos,
y seamos árbol
y seamos viento
y seamos lluvia
sol y tierra.
Tómame Marie
y emprende el vuelo.

Pero no me dejes Marie,
si no quieres volar conmigo
me gustaría que al menos te acordaras de mi,
que volaras y volvieras por aquí.
Si quieres quédate,
si no quieres, vete ,
pero por favor, no muy lejos
así sabré que podré encontrarte,
que quizá volveré a verte
y que no me olvidaste,
tenue y efímera Marie.


martes

Prosa en Verso XXVII (Otro día normal)

Luces amarillas,
luces vivas,
luces mías,
luces que cambian el color.

Varas,
postes torcidos,
intentos de vaciar mentes llenas de nada,
brutales fuerzas de una silenciosa colisión.

Puertas automáticas,
vidrios estallados,
amigos locos,
días de ablución.

La voluptuosidad del francés
en la voz de una hermosa mujer.
La suntuosidad del latín
en voz de barbados bardos sin país.

La sombra del lápiz encontrándose
con la punta del mismo en el papel,
la mano adolorida
por aplicarle fuerza en demasía.

Miedo
en tus minas de ópalo
y en tus montañas nevadas
que escalas de espaldas.

Destinos caprichosos,
coincidencias perturbadoras,
canciones que calzan a la medida
ingleses recurrentes.

Así amanece,
así anochece
otro día normal
de los muchos que ya he sumado.

sábado

Prosa en Verso XXVI (Trozo de cielo)



Aunque crezcas,
y pronto lo harás,
en el fondo
siempre serás
una princesita
tímida y consentida
de rosadas mejillas,
sonrisa trozo de cielo,
ojitos curiosos
cual colibríes en vuelo.

Crecerás entre jardines,
cultivarás amores,
olvidarás amigos,
se esfumarán temores,
cambiarás tus gustos,
aprenderás canciones.

Gatos Amarillos
-pintados en mi lienzos
por Bardos Risueños
-de tus ilusiones.
Idílicos Elefantes
-serán tus deseos,
Lirios Azules
-decorarán tus sueños.

Y sabrás que estás grande
y que atrás todo dejaste.
Cambiarás tu pañoleta rosada
por modas aún no inventadas,
ya no vivirás ilusiones de cuentos
y tal vez borres los corazones que de niña pintabas.

Pero ojalá no olvides
a este señor de sombrero
al que una vez le regalaste una sonrisa
brindandole un triz de alegría.
Pequeña Grabiela
Sonrisa Trozo de cielo...


Imagen tomada de: http://reosan.blogs.uv.es/

Prosa en Verso XXV (Colocón)



Te quiero
aunque sea raro quererte.

Te quiero
aunque esté fuera de contexto.

Te quiero
aunque el corto tiempo diga que no debo.

Te quiero
y no es un querer transitorio.

Te quiero
y quiero verte, abrazarte.

Te quiero
y anhelo escucharte.

Te quiero
y quiero fundir nuestros brazos en un momento de tensión.

Te quiero
y quiero oír tu respiración.

Te quiero
con un querer poético.

Te quiero
aunque se vea poco ético.

Te quiero
y quiero sentir que difundes en mis entrañas.

Te quiero
desde adentro y no solo con palabras.

Te quiero
mientras siento que se contrae cada fibra en mi interior.

Te quiero
mientras fijo en ámbar tus cabellos de sol.

Te quiero
aunque sienta dudas en tu aliento, en tus ojos, en la visión que tengas de mi hoy.

Te quiero
sin querer coartar tu moderna personalidad.

Te quiero
con tus divinas palabras y tu lógica verdad.

Te quiero
en los teatros, en los cafés, en los diluvios y cuando hace calor.

Te quiero
en las plazas de locos, en los bares vacíos y hasta en las plazas de revolución.

Te quiero
en diez, en mil o a veces en una sola canción.

Te quiero
en una sola voz.

Te quiero
y no se si me quieras de la misma manera que te quiero yo.

Te quiero
y siento la ilusión de compartir el tiempo contigo en mis inútiles intentos de crear una nueva realidad.

Te quiero
aunque tus quereres sean para alguien mas.

Te quiero
y creo que las estrellas están de acuerdo en que te quiera hoy.

Te quiero
en lineas repetidas, en silabas mal concebidas.

Te quiero
y contigo no quiero caer en facilistas salidas.

Te quiero
y no quiero quedarme sin saborear tu dulce savia
dulce como caña, como fruta,
dulce veneno, dulce muerte,
dulce pasión,
dulce colocón.




Imagen tomada del blog de Alberto Montt : Dosis Diarias
Aquí la página 
http://www.dosisdiarias.com/2011/10/2011-10-14.html?utm_source=feedburner&utm_medium=feed&utm_campaign=Feed%3A+montt+%28alberto+montt+en+dosis+diarias%29

Prosa en Verso XXIV (Cautivo)

-Esta la quedo debiendo, la entregué a la casa de poesía Silva para un concurso. Ojalá gane... =P



Actualizado casi 2 años después ... No Gané =(

miércoles

Prosa en Verso XXII (¿Por qué?)


¿Por qué diablos tiene que ser tan hermosa?
¿Por qué rayos no tiene
esa fácil belleza despampanante
que me es tan sencillo ignorar?
¿Por qué el destino juega
a encontrarme caprichosos caminos sinuosos
que se hacen más extraños al andar?

¿Por qué ella y no aquella?
¿Por qué ella y no otra?

¿Por qué seré amante de las letras,
de la lógica, del pensamiento?

¿Por qué siempre tengo un por qué?
¿Y por qué ese por qué se transforma
en visos de sol,
en mirada acaramelada,
en lunas de carne,
en sonrisa intrigada,
en libros y un sólo café,
en besos ausentes,
en caricias robadas?

¿Por qué yo miro un "de pronto" donde ella seguro ve un "por qué"?
¿Por qué los astros me mienten cuando les pregunto por qué?

¿Por qué me hago tantas preguntas?
¿Por qué?
¿Por qué?
¿Por qué?
¿Por qué no me encuentro respuestas?
¿Por qué?
¿Por qué?
¿Por qué?

¿Será que de distracción
en un segundo fugaz
mi alma ha pestañeado
y en esa breve confusión
se ha logrado colar...

...Y meterse tímida
haciendome cosquillas desde adentro
y yo sin poderme aguantar
le he soltado una sonrisa
y me he visto naufragar
en las olas de su pelo
que es brisa, es sol y es mar?.





Rincón de Café (VIII) - Obra de Eduardo Vicente (Madrid 1909- 1968).

viernes

Prosa en Verso XXI (Caricias que recuerdo de ayer)



Y así, esas brumosas caricias,
así recuerdo que fue,
se hicieron largos rizos de humo azur,
se transformaron en tierra, en sultán,
se volvieron jugoso aire de néctar fuerte,
se convirtieron en vorágine de agua, en satán,
como huyendo de sus manos,
así como queriendo escapar.
Así el ayer lo recuerdo,
así os digo, así fue.

Y así, tan tenue como es ella,
así recuerdo que fue,
con ese lábil caminar de plumosas manos
sobre la redonda y boscosa tez
se asomaron tímidos los dedos
al lugar donde puede nacer
un ósculo o un suspiro sin vida,
allí donde puede crecer
un duende cían o un orate.
Así os digo, así fue.

Y así, timidez de cachorro perdido,
así recuerdo que fue,
paseó en la angular frontera,
provocole queriendo, aún sin querer,
y el le miraba con ojos ansiosos,
antojose de sus labios morder,
y ella sutil se escondía
queriendo verle sin ver.
Así, tan tenue como es ella,
así os digo, así fue.

Y así, prodigando cuidados,
así recuerdo que fue,
preocupada en su interior por su cuerpo,
el cuerpo suyo, el de él
febril, enfermizo, cansado,
con su mirada tierna ella le ve.
Él, su cuerpo maltratado, pesado,
difícil de manejar con el viejo interés;
ella por el se preocupa,
así os digo, así fue.

Y así, con perlada sonrisa,
así recuerdo que fue,
la musa desde arriba piadosa le mira,
la cabeza apoyada en sus piernas le ve,
y ella con cobrizos cabellos le hace cosquillas,
el sus ojos cierra para poder oler,
violeta que se evapora en su cuerpo
y se difunde en todo su ser.
Así, hermosa como es ella,
así os digo, así fue.

Y así, sin empezar, termina una historia,
así recuerdo que fue,
el añorar caricias perdidas,
el lamentarse por falta de tacto tener.
Por no querer perjudicarle
abstuvose el de encender
su gules en sables pasiones,
su cuerpo al rojo vivo poner
y así lograr un instante besarle,
así os juro, así fue.


Imagen tomada de: http://benimacletdigital.blogia.com/2010/121301--mi-pareja-y-yo-nos-casamos-las-dos-con-falda-para-que-mi-suegra-visualizara-que.php

miércoles

Prosa en Verso XX (Juego de letras, de romanos)

Quiero jugar un juego
de esos que pocos juegan,
un juego corto y efímero
de esos en los que temes salir herido.

Quiero que juegues conmigo
y que nos abandonemos al rumbo del mismo;
Jugarlo sin reglas,
sin nombres,
sin testigos,
que no haya un mañana pensado,
que no haya ni ayer ni cuando,
que no haya minutos saltando,
que no tenga un reloj martillando.

Sin fechas, sin calendarios,
sin lunas colgando de percheros,
sin estrellas bajadas del techo,
sin nubes formando orgánicas pasiones,
sin soles iluminando espectrales visiones.

Quiero jugar un juego
en el que hagamos y no hagamos,
un juego que desinhiba los antojos
y que no comprometa redobles en tambores.

Jugar contigo a disfrutar nuestros vicios,
jugar juntos a mezclar los fetiches,
jugar a dejar mi huella en ti
tibia, húmeda y reciente
como huella de caracol.
Jugar los dos a sudar gotas de café amargo,
jugar al cíclope y al centauro,
jugar a las palabras, a los pecados,
jugar en lugares de letras, de romanos.

Quiero jugar contigo
pero que tu también juegues conmigo
sin temer al riesgo,
sin eufemismos ni cinismos;
un juego de catarsis,
de sabiduría antigua,
de hijos de Galeno
discípulos de Panacea y de Hygieía,
de herederos de pensadores, de griegos.

Quiero un juego de los sentidos,
quiero un juego de sabores
de néctares escondidos.
Un juego de sombras,
de colores perdidos,
un juego de duendes prisioneros en celdas perladas
un juego de aromas, de cedros,
de almenas doradas,
un juego cómplice,
un juego vivo.

Un juego en el que olvidemos las convenciones
un juego tuyo y mío
un juego secreto,
uno prohibido.

Un juego especial,
uno sin tradiciones,
sin traiciones.
Un juego en el que disfrutemos la pulpa
y podamos prescindir de lo externo,
un juego en el que aprovechemos lo relevante
y en el que podamos desechar el resto

Y ahora me pregunto:
¿Tu quieres también jugar?


Imagen tomada a la entrada del Colegio Inem 'Luis Lopez de Mesa' de Villavicencio (del cual me gradué en el 2003)

domingo

Prosa en verso XIX (Remembranza)

Lineas crudas,
duras,
palabras sueltas,
arrumadas,
cosas dichas con hervor.
Alegrías deshechas,
cuerpos vibrantes,
corazones sin emoción,
huellas de pasados perdidos,
sal sin sabor,
ira sin motivo,
vasos vacíos,
canciones olvidadas.

Sentimientos arrugados,
desechados,
espacios desocupados adentro
en el cuerpo
en sitios indescriptibles.
Soledad inconclusa,
pasiones sin comenzar,
relatos por terminar,
hojas muertas
amarillas y ocres,
rastros de un ayer otoñal,
de un Ent olvidado
en las brumas de lo efímero.

Niña extraviada
a ser ángel obligada.
Un alma destruida,
dos corazones separados.

Ilusiones utilizadas,
cúmulos de desazones,
intentos fallidos,
musas ilusionadas,
hadas decapitadas.
Esfuerzos en vano,
espadas enterradas.
Huesos amarillos,
cigarros partidos,
prostitución de las razones,
besos escindidos,
caras retorcidas,
pesadillas frenéticas,
mañanas revelados.

Futuros ocultos por niebla.

Libros leídos
ceniza fértil.
Horizonte,
amanecer,
perdón,
olvido.

Amigos lunáticos,
tardes amargas y felices,
gritos exorcistas
y afinadores de sonrisas.
Noches heladas,
rosas sin vida,
historias de savia.
Noches sin luna,
bailes suntuosos,
generaciones fundidas,
oscuridad liberadora
a la plenitud de los sentidos.

Analepsis
rasgando todo lo anterior;
Anacronista
intentando mezclar el ayer y el hoy.

Incongruencia sensorial
confusión metódica,
intencionalidad justificada.

Envidias juguetonas.
Escritores primarios
buscando escapes desesperados.
Destinos fusionados,
heterogeneidad homogénea.
Prolepsis
de relaciones desencantadas.
Pasiones cedidas,
fábulas compartidas,
paraísos escritos,
diosas terrenales
elixires modificados
venenos inertes.

Yo
y tu
y ella
y ellas
y las otras
y las circundantes
y las olvidadas
y las superadas
y las desgraciadas
y las desentendidas
y las entendidas
y las amigas
y las no tan amigas
y las demás que no contaron
y las que vendrán y no contarán
y las que si lo harán.

La mezcla amorfa,
la raza y su costra,
las intangibilidades,
las melancólicas imágenes
y las alegres también, porqué no.

Las tablas,
los maderos,
el carpintero y su obra,
el nieto y su fascinación.
Alzheimer destructivo,
olvidos dolorosos,
gatos y ratones desvanecidos
y lágrimas saltando de la cayena.

Una vida bien vivida
una corta
una escrita
algo desordenada.
una plasmada
una remembrada.



miércoles

Prosa en Verso XVIII (Ira de Bus)





2:30pm
Y en la radio del bus suena:
"Eres una enferma,
una adicta al sexo
[...] solo quieres de'so [...] tratra tra"
¿En serio puede alguien escucharlo
o leerlo con agrado?
La tristeza vestida con repudio
me saluda.

Frases que le son arrancadas al idioma
de una manera tan sucia,
tan burda.
¿En que obsceno instante
dos cuerpos estrechándose,
extractándose sentimientos,
expulsando desahogos,
extirpándose odios con violencia poética,
evaporándose en una frágil danza
y alcanzando una paz de peces de colores
de plantas, de olores;
se convirtieron en mugre,
en salvajismo,
en espectáculo pueril,
vomitivo,
escatológico,
polvoriento,
desapegado,
inerte,
y vil?

Y el ritmo,
ritmo triste que intenta ser alegre,
ritmo vacío,
plano,
¡Pendejo!
sin pasado
y seguro que sin futuro,
un ritmo de almas ya quemadas,
desechadas por sus cascarones…

Y pensando cosas inútiles, como siempre,
me he perdido de la ciudad,
ciudad sin oídos,
ciudad sin tacto,
de olores mezclados,
ciudad tan ciega como sorda…
¡Pero tan llena de historias!

Ja, cambio de género musical.
Suena algo conocido,
‘tarareable’, alegre:
“¿Cómo te hago entender
que a nadie extraño más
que nada me hace falta
más que tu presencia?”


Un muchacho sube al bus
Adhiere una carita feliz a la correa de mi mochila
Pide una moneda a cambio
¡Me persiguen las caritas felices!
¡Que hermosa ciudad esta,
tan densa,
tan llena de fábulas!

Y me alisto para bajar,
yo ya voy llegando…


-Imagen tomada de http://www.arubatangotours.com/info_destino.php?id_destino=17

Prosa en Verso XVII (Alienado)



Lugares ligeros, líquidos lunares.
Olivas, ojivas, cabezas nucleares.
Diatribas, discusiones,
dinosaurios en sus diccionarios.
Romeros risueños rascándose la panza,
irlandeses irónicos o iracundos,
Ícaros de cartones, plumajes de latón,
acordes sutiles de sueños ingleses,
esperanzas verdes que evocan pavos reales,
ninfas frías que buscan cariños perdidos,
narices rotas por caricias letales,

Alas metálicas en busca de pasión,
armaduras sin peones, moras sin sabor.

Moralejas inconclusas,
Huérfanos irreverentes,
japoneses alienados,
Antejardines  numerados,
dudas recogidas,
escapes azules.

Cosas de colores que habitan mi cabeza,
algunas color negro, otras son violetas.
Relámpagos que distraen mi conciencia,
incoherencias desatadas que buscan hilvanarse,
nombres parafraseados intentando aclararse,
sueños destruidos, amores revelados,
barcos de papel en un parque naufragados,
ángeles en el cielo que miran vigilantes
o a veces otros tormentos de formas similares.



-Imagen tomada de: http://argivo.lacoctelera.net/post/2011/05/27/barquitos-papel

martes

Prosa en Verso XVI (Escrito 'Des-inspirado')


Hoy quería escribir algo
pero no quería escribir nada a nada
ni a nadie.
No tenía nada que desahogar,
no tenía nada que gritar,
nada que arrastrar por los suelos,
nada para tirar al aire y verle destrozarse contra el asfalto,
nada para arrasar con palabras sulfurosas
o acuchillar con comentarios filosos como cucharillas de café.

No tenía sueños vinílicos
no tenía frugales pensamientos corroyendo mi cabeza,
no se venían a mi mente palabras prostituidas por autores infames y anónimos,
no surgía nada ni por asomo útil;
ni el enojo, la ira,
la felicidad, la alegría,
la tristeza o el desazón,
ni una estrella falsa reflejada en un vaso de agua sucia,
ni una luna llena de tanto comer ilusiones,
ni un sol apagado a baldados de agua helada
con cubitos en forma de caritas felices
ni alguna razonable idea como las mencionadas
quiso venir en mi rescate para servir como punto de partida departida...

No hubo musas,
no hubo blusas,
escotes,
canciones,
locos insultando transeúntes viciosos,
amigos de comentarios tan ponzoñosos como graciosos,
tetas de hembras canguros que zangolotean peluches osos,
lugares escondidos en rincones oscuros y enraizados en ocasos futuros.

No hubo cenas
ni un 'fumarse un tinto',
no hubo amigas de corazones cauterizados con gotitas de cianuro
ni hojas secas esparcidas sobre adoquines bailarines,
no hubo teatros vacíos,
ensayos fallidos,
fríos calando hasta los huesos
ni lloviznita de agujas que con delicadeza hielan.
No hubo pingüinos en patines rosados
ni perros hipnotizados por gatos con zapatos...

Nada,
nada,
nada quiso servirme hoy para escribir,
por eso hoy no escribí,
hoy solo pasé mis manos a golpetazos por un teclado
y esto fue lo que salió.



lunes

Prosa en Verso XV (Olvídame antes)



Olvídame ahora que tienes tiempo, lugares, personas.
Olvídame pronto que tengo planes, motivos, razones.
Olvídame hoy que estas ocupada, tensa, cansada.
Olvídame porque yo soy atadura, llaga, tierra.
Olvídame porque yo no quiero olvidarte, migrar, dejarte.
Olvídame y pierdeme y que no pueda buscarte, encontrarte.
Olvídame ya para nunca torturarnos, quemarnos, ahogarnos.
Olvídame y nunca sabrás que fue querernos, odiarnos, amarnos.

Pero olvídame ahora,
olvídame antes de siquiera empezar,
olvídame antes de volverme a mirar,
olvídame antes de respirarnos, de sentirnos, de abrazarnos,
olvídame antes de conjurar la palabra misma,
olvídame antes de coleccionar versos, momentos, paisajes, 
olvídame primero que yo veré si quiero olvidarte,
olvídame y no pienses en lo que se diluye en el aire,
olvídame y olvida también la música que te evoca el olor de mi alma
olvídame antes de juntar por primera vez nuestros labios,
olvídame ya y solo tendrás una cosa de que arrepentirte...
De no comenzar.

domingo

11:20 pm.



11:20 pm.
Luego de mirar la hora en su teléfono móvil baja del bus en el paradero más cercano, tiene que caminar unos quince minutos en sentido sur hasta su apartamento que queda en el segundo piso de una casa de tres niveles, diez minutos si anda a paso rápido. Vive en un sector del norte de una ciudad sin nombre, parece un barrio que hubiese sido sacado de los suburbios y llevado por los aires a un punto rodeado por los barrios donde viven los adinerados. El camino lo conoce bastante bien, ha recorrido varias rutas alternas que ha ido abandonando pues ha sufrido malas experiencias con la, para él, ralea de delincuentes comunes. Va vestido de vaqueros prestados que le aprietan un poco las piernas pero que le quedan sueltos a la altura de las caderas, camiseta marrón cubierta por un saco con capucha de algodón azul oscuro y unos tenis que no alcanza a llenar con sus pies. Lleva en su mano izquierda 'El sendero de los nidos de araña' y en la otra un cigarro mentolado encendido con el que se engaña diciendo que hace menos daño que los demás cuando por dentro reconoce que es todo lo contrario.
Camina con paso apresurado esperando no verse nervioso, cruza la primer calle por la esquina, un restaurante de mala muerte, un pequeño parqueadero, el supermercado cerrado y de nuevo una esquina. Cruzando la calle se ve obligado a pasar por un corto y estrecho corredor entre las escaleras de un puente peatonal y la pared de un local cerrado contra la que hay recostado un hombre robusto de chaqueta amarilla que juguetea con un objeto metálico que parece ser un llavero en su mano. Piensa improperios en contra de los urbanistas que permiten que se construyan ciertos lugares tan cerrados en la ciudad pero espera que su caminar decidido y su cigarro desvíen la mirada del bolsillo izquierdo de los vaqueros en el cual lleva el teléfono móvil. Algo más le preocupa, hoy ha cobrado una pequeña pensión, el dinero a duras penas le alcanza para sobrevivir a ras hasta el siguiente mes. Lleva el dinero enrollado lo más apretado que pudo y metido en un angosto bolsillo que hay dentro de otro de mayor tamaño. El asadero aún tiene pollos dando vueltas en el asador que deja descolgar a cada tanto, y de manera que a él se le antoja un poco macabra, las alas de los plumíferos descabezados y desnudos. Finalizando la cuadra hay un encorvado hombre viejo que orina de manera impúdica en el portón de una joyería cerrada.
Siguiente calle. El semáforo cambia justo en el momento en que va a mitad de la calzada, un auto blanco, uno verde, dos taxis amarillos y un gran bus rojo y blanco (que ya es gris), se abalanzan rugiendo hacia el; tiene que dar un par de saltos apurados para alcanzar la acera antes de que alguno se lo trague por debajo de las ruedas.
En la esquina, la señora que vende arepas y papas con chorizos fríos que le generan desconfianza le ofrece lo que vende, mas el pasa sin poner atención. Desearía tener unos audífonos para ir escuchando música y no prestar atención a esos detalles del camino que tanto le desagradan. No es elitista, solo le intimida un poco el siniestro cuadro que forma el conjunto de personas que decoran su ruta. Junto a la vendedora ambulante están las dos entradas fundidas con la pared de las que emana luz de neón, la una azul y la otra magenta (aunque su mente le diga que ese color es rojo) y, a manera de puerta, una cortina de palitos que cuelgan del dintel ayudados por una cuerda de cáñamo.
Dos buses de servicio urbano están estacionados frente a las luces de neón, los conductores y sus ayudantes toman tinto y fuman mientras conversan; él siempre se ha preguntado por ese lugar del que se asoman tristes prostitutas feas, gordas, secas, que le miran con lascivia al pasar. No entiende porqué un lugar así tiene tantos visitantes que deciden esperar afuera en la fría noche a entrar en el antro, pero que aún así siempre están de pie, ahí, afuera.
La cuadra mas larga es la que sigue, tan larga como seis manzanas juntas, empieza con una cerca de alambre de púas que encierra unos matorrales y a la vez le hacen sentir encarcelado, cerca que se extiende mas o menos lo largo que sumarían tres cuadras juntas; la otra mitad esta bordeada por una larga pared de dos metros de alto que forma parte del perímetro de un motel del cual ha visto salir vehículos con placas oficiales (le divierte jugar a adivinar que político importante va ahí y con quien), esta vez todo el lugar se ve sólo. Ya va terminando el recorrido, solo un par de desvíos, los únicos del camino y llegará a salvo a buscar sosiego en su cama, en la noche que acompaña con insomnes conversaciones entre su cerebro y él antes de irse a acostar... -Hm, acostarse-, piensa, los placeres de una buena noche abrazado a sus almohadas soñando mil cosas, soñando algo, soñando (si tuviera) a alguien .
La esquina. Antes de doblar un hombre le toma por sorpresa:
-Joven, 'nas noches.
- 'Tonces - Atina a contestar tímido y a destiempo. Estas cosas no ocurren jamás.
Sin más pasa invicto.
Dobla. La calle se presenta desierta. Poco más de cien metros hasta el último desvío y de ahí otros cincuenta y habrá llegado. Aprieta el paso, una mujer vestida de blanco y de caminar hombruno pasa por la acera que hay en frente.
Dobla de nuevo, ya siente el vaso de gaseosa que tomará al llegar, rasgando su garganta, aniquilando su sed; solo unos pasos más y su paranoico caminar habrá terminado por hoy, solo queda superar la casa que sobresale de las demás dejando un pequeño rincón. Se atreve a mirar la hora en su teléfono móvil, 11:30 pm.
Dos, tres, cuatro pasos... Frío. Acero. Dolor. Un ardor recorre la parte izquierda de su espalda y algo caliente discurre tiñendo de lento carmesí la longitud de su dorso, oxidando su piel, oxidando su camiseta, oxidando el concreto que con una pálida mueca se acelera hacia su rostro, el tiempo se contorsiona...

7:30 a.m. ¡Otra vez tarde!, maldice el reloj despertador que no despierta, clase en la universidad en treinta minutos y el sólo recorrido toma casi una hora con el tráfico normal, eso si algún imbécil no se estrelló, nace y muere un odio tan instantáneo como infundado. Ducha rápida, cama sin hacer, sin desayuno, ya es muy tarde. Camina unos ciento cincuenta metros mal contados hasta la avenida, espera el bus y mira hacia el norte; imagen tras imagen se revive en su cabeza el sueño de anoche y una gota de sudor helado hiere lentamente su espalda, vertebra a vertebra. Esta noche, sobre las 11:20 p.m. recorrerá exactamente los mismos pasos.


-Imagen tomada de http://photos.delomio.com/index.php?showimage=18

sábado

Prosa en Verso XIV (Proceso de Escribirte, Proceso de Quererte)


Te extraño
y pienso en escribirte algo.
Me detengo,
valoro si hay pros y contras.
No encuentro
y me decido a hacerlo de inmediato.
Me siento,
tomo un papel vacío.
Comienzo
y jugueteo con el lápiz en mis dedos.
Cabeceo,
mordisqueo la punta, es mi vicio.
Recuerdo,
y tu rostro se hace nítido entre viejos fantasmas.
Me inspiro,
intento organizar mis pensamientos
Lo intento
y las palabras se agolpan en remolinos de viento.
Anhelo,
deseo respirar tu aliento.
Suspiro
y el aire se vuelve un dulce aroma a fresas.
Cierro los ojos,
quisiera tenerte en frente.
Me veo
y descubro que no te tengo
Escribo
tímidas letras se escapan al papel deslizándose.
Leo
y espero que percibas lo que siento.
Sueño,
quisiera que naciera en ti un te quiero.
Pienso
y concluyo que eres lo que deseo.

Te extraño, me detengo, no encuentro y me siento.
Comienzo, cabeceo, recuerdo y me inspiro.
Lo intento, anhelo, suspiro y los ojos cierro.
Me veo, escribo, leo, sueño y pienso...

Y descubro que quererte es un proceso
que no tiene fáciles métodos,
y que tengo un millar de posibilidades
de demostrarte que te quiero.


Prosa en Verso XIII (Fugaz)


¡Ay, mujer de cadenciosas caderas!
tu espíritu danzante me coarta,
no me deja liberarme pues me frena
al impedirme diluir la distancia que de ti me separa.

Fugaces recuerdos me acompañan
de una escasa noche en lontananza,
tu ombligo candente que en silenciosos círculos baila,
tus frágiles caderas moviéndose agitadas
y tu torso cuasi desnudo que sin compasión se me aparta.

Quisiera destajar el espacio,
quebrar las visiones de una confusa noche,
rasgar diez mil palabras
y encontrarte al lado en mis mañanas.

Mas no eres nada en mi vida,
solo un recuerdo de un ayer pasajero
allí quedará tu figura de Diosa
con tu talle perfecto y tus curvas melódicas

viernes

Prosa en Verso XII (Génesis de palabras)

¿Por qué te niegas a responder?
¿Por qué te empeñas en callarte tus dudas?
Si es por falta de palabras, no es menester buscarlas,
ya aparecerán saltando detrás de tus pupilas,
o te encontrarán en tus bosques cuando logres mirarlas.

No las presiones, no las obligues
mas no las cohíbas tampoco,
déjalas que salgan y te inunden,
permíteles que corran y sean libres,
que salten como los locos...

Ya verás que como llovizna nacen
y como aguacero pronto te empapan.
Y sentirás que te liberan de a pocos
como si de un gran peso escaparas,
como si tus pensamientos en coros se organizaran.

Y las palabras coquetas se asomarán en tus ojos
y correteando en puntitas como tímidas niñas
irán a esconderse en pecas de tus rosadas mejillas.
Jugaran a tentarse a caer de tus labios
mientras te cosquillearán la lengua sigilosas y esquivas.

Más temprano que tarde de tu boca escaparán
y descubrirás que no era necesario pensarlas,
que cuando no buscas y quieres que nazcan
puedes esperar y ellas aparecerán
y te soltarán de todas tus cargas...

martes

Un día ¿atípico?

    Hoy se pintaba en los visos de sol que entraban por mi ventana al despertarme un día bastante agradable. Me levante de buen humor, cambié la ropa de cama, me dí un buen baño y me puse ropa que pensé se me veía bien mientras con una inusual vanidad me veía en el espejo; desayune un café capuccino con un trozo de pan mientras revisaba un par de cosas en mi mini-laptop, salí a la sala de estar (no se a que) y vi los peces del acuario e inventé por un momento absurdos pensamientos pecesiles que podrían pasar por sus diminutos cerebros, saludé a mi sobrino que recién despertaba por el repique de una llamada entrante al teléfono de la casa que supuse era para él (y supuse bien); me perfumé y vi por la ventana que hacía unos instantes había descubierto de atrás de las cortinas, un cielo de un intenso azul que me sugería aplicarme un poco de bloqueador solar para evitar las quemaduras en la piel lo cual hice antes de que por último decidiera ponerme el sombrero que dejé caer como cereza en postre sobre mi cabeza mientras el pensamiento me hacía soltar una última sonrisa en el interior del apartamento.
    Tomé un bus grande y destartalado que de manera intermitente (porque estaba cabeceando de sueño mientras hacía un fallido intento por leer un libro de Italo Calvino) me llevo a la puerta de la entrada a la Universidad Nacional que queda por la carrera 30; camine por la alameda encerrada en arboles por mi innombrables que siempre me incitan a aspirar profundo una gran bocanada de oxigeno del campus y llegué a la facultad donde luego de saludar algunos amigos entré a la reunión de estudiantes de mi semestre que empezó a las  10:30 am y tardó mas de lo esperado pero de la cuál salí con la sensación de haber aportado comentarios útiles. A la salida me esperaba chiqui quien con su particular efusividad me saludó y me contó, y yo también le conté, los pormenores del fin de semana mientras caminabamos hacia la cafetería donde siempre nos fumamos un tinto. A la media hora nos despedimos, el tenía cosas por hacer pero aún así quedamos de vernos en la tarde (más tarde pues ya era el medio día).

-Esto pinta demasiado descriptivo, yo se, pero lo considero necesario para entender lo que sentí al final del día.-

    No hice fila para reclamar el almuerzo, me encontré con dos amigas que casualmente me guardaban un lugar un poco mas adelante del final, saludé con una sonrisa a las señoras que sirven los platos y bromeé un poco sobre lo que me gustaría que me sirvieran, luego de robarles una sonrisa (que aumentó la sonrisa que desde la mañana llevaba dentro de mi) me senté con mis amigas y entre comentarios curiosos y risas que revoloteaban sobre la mesa saltando de boca en boca terminamos de comer. Y mi amiga Kathe brillo por su ausencia no solo en ese momento, también por el resto del día (yo se, comentario suelto).
De nuevo me dirigí hacia la facultad de medicina donde me senté en los cómodos 'desfalcos azules' (así me gusta llamar a los sillones en los que uno suele invocar con cabezazos a Morfeo) a intentar leer el libro que había dejado pendiente desde el bus cuando llegó otra grata compañía a hacerme la charla. No duré mucho junto a ella pues debía hacer un par de cosas, subí las escaleras hacia cualquier piso de la facultad y tuve un casual encuentro con alguien con quien sufrimos un disgusto mutuo al vernos; no terminé haciendo nada de servir y al bajar las escaleras me encontré con un compañero de un semestre más alto; lo deje pronto pues la segunda cosa por hacer era encontrarme con alguien.
    Salí de la facultad, me dirigí hacia la biblioteca y allí, en la esquina, me esperaba sentada en la escalinata la niña con la que por alguna extraña razón de alineación cósmica hemos congeniado tantísimo en tan pocos días que pueden contarse exactamente con los dedos de una mano.
    Fuimos a un bonito lugar rodeado de arboles y piedras grandes y, entre conversaciones extrañas, chocolates baratos, música reproducida por el altavoz de un teléfono móvil y ladridos de perros, ella acompañó mi tarde y la hizo infinitamente mas agradable de lo que habría esperado antes de encontrarla. Ya se aproximaba la noche cuando la dejé cerca al sitio donde tomaba su transporte y, junto con un amigo que me había encontrado poco antes (también me encontré poco antes con una amiga fonoaudióloga pero se fue pronto pues tenía clase), fumé el camino hacia mi ensayo de Teatro (cabe aclarar que él no fuma).
    Salí del ensayo hacia las 9 pm del cual no hay mucho mas que decir aparte de que reí muchísimo, y reviví mis recuerdos de ciclista amateur al montar en la bicicleta de un compañero mientras salíamos a usar el transporte masivo de Bogotá.

    Allí es donde entra el meollo del asunto: ¿Dónde cabe, luego de un día casi perfecto, que tuviera un momento de conmoción que me llevara a entristecerme a tal punto de humedecer de lagrimas los ojos?
Alguna vez le dije a una amiga que yo creía que todos los sentimientos merecían ser expresados mediante escritos, incluso la tristeza, y esto me llevo a digitar en mi computador este semejante resumen digno del diario de una adolescente; pero ahora no estoy tan seguro, si hay un sentimiento menos digno de tal acción ha de ser la tristeza pues no deja aclarar la mente mientras se escribe.
    Y es que al subirme al bus de regreso a casa conté con la fortuna de encontrar un asiento libre junto a un señor que cargaba un voluminoso equipaje que era lo bastante pequeño para poder prescindir de ruedas pero lo suficientemente grande para pensar en instalárselas. Me puse los audífonos, me senté y empecé a escuchar música al azar cuando de repente por el borde casi imperceptible de mi visión lateral creí ver un fugaz brillo plateado el cual desprecié para continuar en mi contemplación nocturna de la ciudad a través de las ventanas. De nuevo se repitió la efímera escena y esta vez si me sentí obligado a mirar. El señor que yo creía dormido por sus cabeceos y que resultó ser una persona a medio camino entre la adultez tardía y la vejez, dejaba discurrir por su flácida mejilla entrecana una lagrima serpenteante que dibujaba un frío y lluvioso camino entre sus ojos y su barbilla, los movimientos que creí cabeceos resultaron ser gimoteos y yo quedé allí, rígido, petrificado, con una alienación tal que no pude volver a tararear las canciones que venía tarareando, me olvidé de revisar a cuantas estaciones estaba de mi destino, olvide por un segundo donde estaba y solo me interné en cavilaciones del porqué alguien de esa edad puede llegar a entristecer a tal punto...
     Lo observé un poco, sus manos denotaban años de trabajo duro y sacrificado y el atuendo desgastado mas no raído no indicaba menos.  Vi que quedaba dormido abrazando su voluminosa maleta que, aunque me presionaba la pierna, no impedía que yo me quedara allí sentado como acompañandolo en no se que dolor; no me sentía capaz de dejarlo solo y sentarme mas cómodo en las otras sillas que iban quedando libres en el bus, solo pensé en seguir allí, mirando de reojo sin poder concentrarme en nada más.
Al llegar a la última parada todos salimos de bus y casi me odié por tener que sacarlo de aquel paraíso onírico que tal vez estaba viviendo en ese momento.

    No se que balbuceo de recién levantado profirió cuando le toqué insistentemente el hombro para que despertara, no se tampoco que sería de él luego de que dí media vuelta y seguí con mi camino, no se si notaría que por unos 20 minutos alguien compartió su tristeza y supongo también que jamás sabrá que me hizo sentar hasta las 2 am para rendirle un pequeño y silencioso homenaje, a él, a su desconocido pasado y a su tortuoso padecimiento... De nuevo mi escape es escribir y exorcizar así esa tristeza...





sábado

Prosa en Verso XI (Deseos de olvido)


Se que no lees lo que escribo
ni te afecta lo que siento,
no aceptaste mi cariño,
no te aflige mi lamento.

Nunca lees lo que escribo
por eso no te escribiré ya más,
dejaré de verte en sueños
no pensaré en ti al despertar.

Dejaré de ilusionarme
al creer en falsos tiempos,
de quererte amargamente
o tenerte en mis deseos

Desearía poder borrarme
de el alma tus recuerdos,
olvidarte y concentrarme
en mis otros muchos cuentos.

Por eso he decidido
escribirle a mis dilemas,
dejar de lado tu presencia,
sacarte de mis ideas.

Dejaré de pronunciarte,
escaparé de tu universo,
dejaré de extrañarte,
te borraré de mis versos.

Olvidaré como escribirte
pues yo ya no lo quiero,
inventaré como olvidarte
porque yo ya no te espero.

viernes

Prosa en Verso X (Palabras Líquidas)

Dejo que las palabras fluyan
de mi corazón a mis dedos
que me recorran por dentro
y barran mis miedos;
se mezclen con mis sueños,
se mojen con mis sentimientos,
se sequen con mis lamentos
y se perfumen con mis deseos.

Dejo que las  palabras naden
entre mis líquidos vitales
para que se empapen de mi,
para que se llenen de verdades,
que reflejen lo que en mi habita
que me muestren lo que siento,
que me expriman un poquito,
y reciban un impulso de vida.

Dejo que las palabras corran
entre mis rechonchos dedos
y que formen hileras
como hormigas en la tierra,
que dibujen mil paisajes
o que pinten mil estrellas,
y ronroneen como gatos
en tu tímidas orejas.

Dejo que las palabras salgan
como tengan que salir
sin ponerles restricciones
cuando quieren vivir.
Dejo que vuelen como abejas
buscando un cielo añil
y se colen en tus ojos
y te hagan sonreír.

Prosa en Verso IX (Sentimientos)

A veces uno quisiera
arrancarse los sentimientos
como si fueran maleza
que en el alma creciera;
para no sentir nada,
para no torturarse
y no hacerse daño,
no lastimarse.
Dejar todo atrás
dando a todo un merecido final.
Dejar el corazón en limpio,
que quedara como nuevo,
volver a empezar,
darse una oportunidad.
Volver a creer,
volver a vivir,
respirar hondo,
de nuevo soñar,
saborear lo dulce de la vida
y dejarse llevar.
Volver a volar,
de nuevo reír.
Mirarte en un espejo
ver tus ojos brillar
y ver tu yo mas feliz.
Correr en la calle
tu cabello ondulante,
saltar en los charcos,
sonreír a la gente
y contagiar alegría,
cambiar de energía.
A veces uno quisiera
arrancarse los sentimientos
pero sería una vida vacía,
sería una vida sin visos
seria una vida incompleta
sería una vida con el dolor
de un vacío allá adentro.

Prosa en Verso VIII (Perderte)

En ese cajón de madera
vieja, ajada y maltratada
en el que guardo mis recuerdos
pondré tus labios
que todavía imprimen tu presencia en los míos,
pondré tus besos suaves y cálidos,
delicados y ácidos
que siguen gastando a cuentagotas mi aliento,
pondré tus palabras con aroma a fresas
que continúan tiritando por dentro de mis huesos,
pondré tu piel
que persiste en erizarme al remembrarla,
pondré tu talle
que se empeña en dar forma a la palma de mis manos,
pondré tu tacto
que acaricia los rincones escondidos de mi alma.

Y ocultaré el cajón lo mas profundo que pueda,
e intentaré cubrirle de polvorosas mantas de ayeres,
e intentaré taparle con cortinas de mañanas,
y le camuflare entre escondrijos similares,
pero aún así
se que no lograré olvidarle,
se que no lograré perderle
y se que quizá querré recabarle,
y se que quizá querré encontrarle
y sacarte de nuevo
y reconstruirte,
y contemplarte,
y respirarte,
y sentirte.

Y tendré que aguantarme
e intentaré ser fuerte
y me comeré las ansias
y masticaré mis fiebres,
y me dolerán las ganas
pero amarraré mis dientes
para no gritar tu nombre,
para no invocarte,
para no buscarte,
para no encontrarte
y así no confundir mi norte
pues no quiero volver a perderte.

miércoles

Prosa en Verso VII (¿Y si te digo que te quiero?)

Y si te digo que te quiero
y termino descubriendo
que el sol se oculta y al instante te veo
y que se desgarra el tiempo en una tela invisible
intangible,
perdida en insondables parajes.

Y si te digo que te quiero
y termino descubriendo
que el aire se condensa
y se hace pesado,
rígido
y se nublan los ojos como ocultando un lienzo.

Y si te digo que te quiero
y resulta que no puedo
y no porque no pueda
sino porque tu no me dejas
no quieres
y me pones trabas, obstáculos.

Y si te digo que te quiero
y resulta que no debía
 que era mejor callármelo
y no gritarlo a los cuatro vientos,
no irme lanza en ristre,
y no arriesgarme a alejarte.

Y si te digo que te quiero
y no te lo explico
y no me arrepiento
y no me lo callo
y solo te lo digo
y solo lo susurro
¿y si mejor te lo escribo?



Prosa en Verso VI (Mi escape, escribir)

Y de nuevo
mi escape es escribir
y exorcizar así
esa tristeza que no duele
sino que arde,
no perfora,
rasga,
no destroza,
lacera,
quema
y hace jirones
esa tenue seda que cubre el corazón.
Con agudas uñas
que cortan como el papel,
frías como glaciares,
secas como arena sahariana,
con delicado morbo desgarra,
con sutil lascivia araña,
con suave placer hiere
y hace brotar pequeñas gotas
del vital líquido carmesí
que gritan de escozor,
que aúllan lastimeras,
que gimotean con temor.

Escribiendo intento exorcizarla,
intento así apartar de mi el desprecio
que por mis inexpertos errores,
que por mis infantiles ilusiones
y por mis sentimientos en volutas nace.
¿En donde más podría descargar tal desolación?
¿En donde mas podría despojar vagas soluciones?
Escribiendo solo encuentro pequeños descansos,
Escribiendo solo encuentro mínimo consuelo
pero escribiendo encuentro que escribiendo me encuentro.

Prosa en Verso V (Temor)

Ahora,
ahora le tengo miedo
a la palabra amar,
a amar algo,
a amar a alguien,
a amar a alguna o algunas,
a amar sin condiciones,
a amar sin miramientos,
a amar con ganas,
a amar con compromiso.

Le temo a los estragos que causa,
le temo a lo que el amor le hace a la gente,
le temo al llanto,
al desazón.
Le temo a ver caer la lluvia triste,
le temo a ver las lágrimas suicidarse contra el suelo
o asfixiarse en un pañuelo,
le temo a ese hialino brillo delator
que recubre mis corneas empañando mi vista,
le temo a la inocencia de los niños
a la cual no se le puede ocultar que se está enamorado.

Pero creo
que el temor más grande
es a amar en solitario,
a amar en silencio,
a amar viendo el blanco techo de mi habitación,
a amar mientras busco colores en el silencio de mis recuerdos,
a amar mientras la radio me recuerda letras de canciones,
a amar mientras escribo en mi cuaderno,
a amar mientras repiso algunas letras,
a amar mujer,
sin que lo sepas.

Prosa en Verso IV (Aferrado)

Absorto,
Extático,
Alelado
o extasiado.
Loco,
Demente,
Chalado
o trastornado.
Ido,
abstraído,
alienado,
o enajenado.
Pero, ante todo,
ilusionado,
esperanzado,
aferrado
a esa pequeña posibilidad
a esa mínima probabilidad
de poder fundirme en un susurro
y que me sientas en un suspiro
de sentirte y que me sientas
de quererte y que me quieras.

Prosa en Verso III (Por mi)

No se si esto que hago
es escribir
o garabatear trazos
en el papel.

No se
si es con sentido que escribo
ni se
si es agradable de leer.

No se
si lo que hago en papel
sea un insulto a los que de verdad tienen don
para las letras.

No se
si sería ridículo para el que lea
No se
si incluso salga mas allá
de mi cabeza y mi cuaderno

No se
si debería pensármelo dos veces
antes de gastar
tinta y papel.

Pero creo saber algo
creo tener una única certeza en todo esto
y es que, aunque antaño
me gustaban mis ilegibles garabatos
hace mucho creí haberle perdido el gusto;
creí que ese enajenado trozo de cerebro
que hace que mi mano se mueva sobre el papel
había perecido ante múltiples ataques de tristeza.

Pero resultó estar dormido,
dormido y no fallecido,
y me hace escribir de nuevo
y aunque tal vez no tenga sentido lo que digo
creo que es por mi por quien escribo.

Prosa en Verso II (2 mentiras)

Yo veo al amor como Papá Noel,
San Nicolás, Santa Claus
o el viejito barrigon y barbado
que gusta de las galletas con leche
y le da por regalar cosas
en las noches en que se le espera.

Los veo parecidos,
ambos, por lo general, visten de rojo,
ambos son difíciles de encontrar
y, al parecer,
ya nadie cree en ninguno de los dos.

Los adultos suelen inventarse cosas
que se les parezca y se engañan
y si les preguntas se confunden
y no saben decirte
cuando y como se mintieron
para lograr dejar de creer.

Solo sé de dos tipos de personas
que todavía suelen creer en ambos,
los niños
y los que sienten como niños.
Lamentablemente los niños son cada vez menos niños
y los que sentimos como niños confiamos cada vez menos
en eso que sentimos.

Por eso Santa Claus,
Los niños,
los que sentimos como niños
y el amor
estamos en vías de extinción.

Prosa en Verso I (EGO)

Yo me llamo yo,
y supongo que habrá mas personas
que se llamen así
pero yo me llamo yo.

Me llamo cuando me necesito
aunque son escasas las veces que tenga que llamarme,
casi siempre, cuando me necesito, estoy allí donde me encuentro
casi siempre, cuando me necesito, cuento con la fortuna de contar conmigo.

Hay veces, rarísimas si, pero hay veces
en que me llamo y no estoy
y me busco, y me encuentro
aunque siempre tardo en hacerlo
y me llamo con desespero
y me preocupo por saber donde estoy
y, mas tarde, luego de tanto buscarme
aparezco detrás de algún obstáculo
mínimo e invisible
y me sorprendo al ver cuán pequeño puedo llegar a agazaparme.

Yo me llamo yo
aunque para algunos puede llegar a ser tan confuso
que prefieren llamarme por mi nombre.