viernes

Prosa en Verso XXIX (...)

Hoy te habría llevado flores,
tus favoritas, girasoles,
pero no conseguí ni un solo pétalo.
Quise componerte un verso,
pero tenía mil imágenes tuyas
remplazando mis palabras.
Quise darte un abrazo al verte,
pero tenías tu vida tan ocupada
que solo pude saludarte con triste prisa.
Te habría tomado fotos, hermosa estabas,
pero no tuve un solo instante
para acercarme lo suficiente e inmortalizarte.
Intenté sonreirte y contagiarme de tu alegría,
pero solo era uno más entre la gente
y que te fijaras en mi, ¡que tontería!.
Quise alabar tus magistrales dotes,
pero palabras mas versadas saltaron de otras bocas
convirtiendo mi ideas en profanas.
Pude darte mi mano y acompañarte,
pero tu partida fue decorada
por personas con más arte.
Me habría sentado a ver pasar eones solo por esperarte,
pero si me preguntaras por qué lo hacia
no habría sabido que contestarte.

Podría incluso haber dormido esta noche
pero fue mi elección desvelarme
y en vigilia pensarte, despierto soñarte.


miércoles

Prosa en Verso XXVIII (Cautivo II)

Cercana, tangible, mía y no.
ahora, preciso ahora te apareces fría,
relampagueando, en  lo profundo de mis ojos,
onírica, preciosa, susurrante,
ligera como libélula nadando en el aire,
indiferente, esquiva, etérea,
nadando hasta mis más profundos anhelos,
ahondando sin darte cuenta, adentro.

Cautivos estamos,
en cubos de cristal contiguos.
Nos vemos,
tiendo una mano hacia ti
pero es imposible alcanzarte.
Veo personas pasar, quedarse y mirar
y después seguir de largo, ajenas.
Tú te sientas en el centro de tu urna
a tejer la distancia,
a medir el espacio entre nosotros.
Tú, apacible entre tus girasoles,
me miras, me sonríes
y sigues ajena, con la danza de tus manos,
indiferente.

Ahora me acuesto,
miro las estrellas,
las cuento
de nuevo extiendo mi diestra
y con mi índice dibujo,
te dibujo.
Delineo tu rostro uniendo estrellas,
cierro los ojos para no distraerme,
para recordar el brillo de tu mirada
que no me pertenece, que es tuya,
e intentar plasmarlo.
Como quisiera que ese par de destellos fueran míos.

Rasguño el suelo,
frustrado entierro mis uñas en la tierra;
no es tierra, es arena,
y suspiro,
frustrado suspiro.
Creo que me oyes.
Te veo,
tu me ves,
tus ojos me ven,
intentas con ellos decirme algo,
¿por qué me ves?
¿Qué intentas decirme?
No te alcanzo,
quisiera alcanzarte.

Ocres, marrones, cafés,
con un parpadeo cambian;
grises se arrastran en dirección a mí.
A mi alrededor,
en mi urna, en mi mundo
se hace obvia la imagen desierta que me rodea.
Dirijo mi cabeza hacia ti.
Enredaderas suben por tus tobillos
hasta acariciar tus muslos;
hojas secas anidan en tus cabellos,
suspiros de flores desconocidas caen,
ondulantes,
casi les puedo escuchar ulular
pero son solo suspiros de flores,
suspiros que caen en espirales
hacia tu generoso pecho rosado…
Todo, allí, donde estás, es tan… Tan de colores:
Los verdes y los marrones,
los rojos y los azules,
naranjas, amarillos y violetas,
todos en tantos tonos que apenas los distingo.
Quisiera estar allí
y que me prestes tus colores,
quiero pintar,
quiero que me enseñes a pintar.

Ligera, eres ligera
y en un momento, ante mis ojos
te echas a volar
y aleteas.
Con alas que no sabía que tenías,
que reflejan la luz de la luna.
Y ondula,
como las ondas que se forman en el agua
la luz se mece hacia mi
y la siento tibia acariciándome el rostro
y me imagino que es tu mano
que camina por mi piel
y me estremece.
Yo también quisiera caminarte,
recorrerte despacio y conocerte
descubriéndote cosas, rincones
aromas, sabores, formas.
Sacudes tus alas,
las bates  con suavidad, es solo un ensayo.
Aprendiste a volar.
Llévame a volar,
volemos los dos.

¿Inútil el esfuerzo?
Tranquilo, podrás alcanzarla
-me digo-
y empiezo a palpar el cristal,
a sentirlo con mis manos;
debe existir un lugar,
una salida,
un túnel
un abismo,
una grieta al menos
que me lleve hacia ti,
que me deje ir allí, donde estás.
Nada.
¡Demonios, estás tan cerca!
tan cerca que casi respiro tu aliento.
Me frustra,
me frustra y siento coraje
y golpeo el vidrio,
una y otra vez, cada una con más fuerza
y solo logro lastimarme los puños.
No me mires así,
¿es acaso esa mirada de susto?
No te asustes,
solo quiero salir;
ayúdame a salir.

No puedo dejar de verte
eres tan hermosa,
tan delicada,
tan idílica que parece mentira.
Te arrodillas,
sin verme te arrodillas y tu frente se acerca al suelo
y besas la tierra;
tomas un profundo aliento
-¿una lágrima?-
y cantas,
eso si lo puedo oír
cantas;
si existen, así de hermoso deben cantar los ángeles,
cantas y me conmueves
pero no entiendo,
cantas pero no comprendo en que idioma
no son palabras que mi lengua pueda reproducir.

Ahogo mis pensamientos,
el canto se torna cada vez más triste.
No sé qué pasa,
no entiendo nada.
Todo a tu alrededor empieza a oscurecer,
es el mismo gris que se arrastró hacia mi
ahora se expande
y cubre todo.
A tu alrededor el mundo se marchita
y pierde el color
y se hace frío
y todo muere.

Mas tu ya no lloras
solo cantas
tus párpados cubren tus ojos
y tu solo sigues la melodía
tus manos continúan danzantes
y se me antoja pensar que son ellas
las que absorben el color
y la vida.
¿Qué pretendes?
por lo menos sentía por ti alegría,
tu estabas bien aunque yo me secara solo,
te veías tan feliz
¿Qué hiciste?
¿Por qué lo hiciste?

Ahora me miras
y tu cara se impregna de alegría
y no me ves solo a mi
¿Qué ves?
¿Qué veo?
El gris de mi urna corre,
como sombras que la luz ahuyenta
corre el gris
y mi urna se derrite
como hielo las paredes se deshacen
y se hacen pequeñas
hasta que en el piso desaparecen.

Jugos de colores brotan de la arena
como geiseres fantásticos
brotan y se evaporan
y se hacen nubes
y llueve.
Llueve alegría,
llueve felicidad,
llueven colores y ya no hay arena;
todo huele a hierba
a flores, a notas de canciones
a frutas, a tierra húmeda
a poesía,
a néctar, a luna.
¿Pero qué hay de ti?
no te puedo dejar
no te puedes quedar ahí,

¡Oh hermosa!
no te quedes sola
¿puedes venir hacia mi?
vuela,
vuela hacia mí,
vuela alto y sal de ahí…
Ven, escapa,
escapa conmigo
no te quedes así,
viéndome,
indefensa.
Escapa,
por favor escapa
¿Acaso hiciste esto por mí?
No puedes…
No debiste.

Se me escapa el aliento,
no es justicia la que usa la vida conmigo.
Me siento
y te veo;
tu sentada en tus tobillos me ves
y pones tus manos en tu pecho,
luego en el cristal.
No puede ser más cruel.
Yo estoy libre ahora,
podría soñar, reír, bailar, cantar…
Tu sigues ahí.
¿Qué puedo hacer?
Me postro en el suelo
derrotado, nada se me ocurre,
no se que hacer.
Una plegaria en mis húmedos ojos se escribe
déjenla salir,
por favor déjenla salir.
Preferiría ser prisionero de nuevo.

Estalla el cielo
y una lluvia de cristales finos como polvo cae sobre ti,
puedes salir
despliega tus alas
vuela,
escapa y se libre,
si quieres, junto a mi.

Sonríes,
tus alas se abren,
se agitan y te erizas.
Saltas, revoloteas
y alzas el vuelo
y de nuevo como libélula
en el aire nadas hacia mi.
No se tu nombre,
quisiera saberlo
y un viento susurrante me trae un ‘Marie’,
a los oídos, Marie…

Inerme Marie,
susurrante Marie,
mágica y onírica Marie.
Déjame perderme en tus labios,
déjame alcanzarte despacio.
Vuela conmigo Marie,
llévame hasta el cielo
y hazme creer que es un sueño
y no me dejes despertar.
Llévame y hazme libre en tu cuerpo,
libérame en tus sueños
para que viajemos juntos,
para que soñemos juntos,
y seamos árbol
y seamos viento
y seamos lluvia
sol y tierra.
Tómame Marie
y emprende el vuelo.

Pero no me dejes Marie,
si no quieres volar conmigo
me gustaría que al menos te acordaras de mi,
que volaras y volvieras por aquí.
Si quieres quédate,
si no quieres, vete ,
pero por favor, no muy lejos
así sabré que podré encontrarte,
que quizá volveré a verte
y que no me olvidaste,
tenue y efímera Marie.


martes

Prosa en Verso XXVII (Otro día normal)

Luces amarillas,
luces vivas,
luces mías,
luces que cambian el color.

Varas,
postes torcidos,
intentos de vaciar mentes llenas de nada,
brutales fuerzas de una silenciosa colisión.

Puertas automáticas,
vidrios estallados,
amigos locos,
días de ablución.

La voluptuosidad del francés
en la voz de una hermosa mujer.
La suntuosidad del latín
en voz de barbados bardos sin país.

La sombra del lápiz encontrándose
con la punta del mismo en el papel,
la mano adolorida
por aplicarle fuerza en demasía.

Miedo
en tus minas de ópalo
y en tus montañas nevadas
que escalas de espaldas.

Destinos caprichosos,
coincidencias perturbadoras,
canciones que calzan a la medida
ingleses recurrentes.

Así amanece,
así anochece
otro día normal
de los muchos que ya he sumado.

sábado

Prosa en Verso XXVI (Trozo de cielo)



Aunque crezcas,
y pronto lo harás,
en el fondo
siempre serás
una princesita
tímida y consentida
de rosadas mejillas,
sonrisa trozo de cielo,
ojitos curiosos
cual colibríes en vuelo.

Crecerás entre jardines,
cultivarás amores,
olvidarás amigos,
se esfumarán temores,
cambiarás tus gustos,
aprenderás canciones.

Gatos Amarillos
-pintados en mi lienzos
por Bardos Risueños
-de tus ilusiones.
Idílicos Elefantes
-serán tus deseos,
Lirios Azules
-decorarán tus sueños.

Y sabrás que estás grande
y que atrás todo dejaste.
Cambiarás tu pañoleta rosada
por modas aún no inventadas,
ya no vivirás ilusiones de cuentos
y tal vez borres los corazones que de niña pintabas.

Pero ojalá no olvides
a este señor de sombrero
al que una vez le regalaste una sonrisa
brindandole un triz de alegría.
Pequeña Grabiela
Sonrisa Trozo de cielo...


Imagen tomada de: http://reosan.blogs.uv.es/

Prosa en Verso XXV (Colocón)



Te quiero
aunque sea raro quererte.

Te quiero
aunque esté fuera de contexto.

Te quiero
aunque el corto tiempo diga que no debo.

Te quiero
y no es un querer transitorio.

Te quiero
y quiero verte, abrazarte.

Te quiero
y anhelo escucharte.

Te quiero
y quiero fundir nuestros brazos en un momento de tensión.

Te quiero
y quiero oír tu respiración.

Te quiero
con un querer poético.

Te quiero
aunque se vea poco ético.

Te quiero
y quiero sentir que difundes en mis entrañas.

Te quiero
desde adentro y no solo con palabras.

Te quiero
mientras siento que se contrae cada fibra en mi interior.

Te quiero
mientras fijo en ámbar tus cabellos de sol.

Te quiero
aunque sienta dudas en tu aliento, en tus ojos, en la visión que tengas de mi hoy.

Te quiero
sin querer coartar tu moderna personalidad.

Te quiero
con tus divinas palabras y tu lógica verdad.

Te quiero
en los teatros, en los cafés, en los diluvios y cuando hace calor.

Te quiero
en las plazas de locos, en los bares vacíos y hasta en las plazas de revolución.

Te quiero
en diez, en mil o a veces en una sola canción.

Te quiero
en una sola voz.

Te quiero
y no se si me quieras de la misma manera que te quiero yo.

Te quiero
y siento la ilusión de compartir el tiempo contigo en mis inútiles intentos de crear una nueva realidad.

Te quiero
aunque tus quereres sean para alguien mas.

Te quiero
y creo que las estrellas están de acuerdo en que te quiera hoy.

Te quiero
en lineas repetidas, en silabas mal concebidas.

Te quiero
y contigo no quiero caer en facilistas salidas.

Te quiero
y no quiero quedarme sin saborear tu dulce savia
dulce como caña, como fruta,
dulce veneno, dulce muerte,
dulce pasión,
dulce colocón.




Imagen tomada del blog de Alberto Montt : Dosis Diarias
Aquí la página 
http://www.dosisdiarias.com/2011/10/2011-10-14.html?utm_source=feedburner&utm_medium=feed&utm_campaign=Feed%3A+montt+%28alberto+montt+en+dosis+diarias%29

Prosa en Verso XXIV (Cautivo)

-Esta la quedo debiendo, la entregué a la casa de poesía Silva para un concurso. Ojalá gane... =P



Actualizado casi 2 años después ... No Gané =(

miércoles

Prosa en Verso XXII (¿Por qué?)


¿Por qué diablos tiene que ser tan hermosa?
¿Por qué rayos no tiene
esa fácil belleza despampanante
que me es tan sencillo ignorar?
¿Por qué el destino juega
a encontrarme caprichosos caminos sinuosos
que se hacen más extraños al andar?

¿Por qué ella y no aquella?
¿Por qué ella y no otra?

¿Por qué seré amante de las letras,
de la lógica, del pensamiento?

¿Por qué siempre tengo un por qué?
¿Y por qué ese por qué se transforma
en visos de sol,
en mirada acaramelada,
en lunas de carne,
en sonrisa intrigada,
en libros y un sólo café,
en besos ausentes,
en caricias robadas?

¿Por qué yo miro un "de pronto" donde ella seguro ve un "por qué"?
¿Por qué los astros me mienten cuando les pregunto por qué?

¿Por qué me hago tantas preguntas?
¿Por qué?
¿Por qué?
¿Por qué?
¿Por qué no me encuentro respuestas?
¿Por qué?
¿Por qué?
¿Por qué?

¿Será que de distracción
en un segundo fugaz
mi alma ha pestañeado
y en esa breve confusión
se ha logrado colar...

...Y meterse tímida
haciendome cosquillas desde adentro
y yo sin poderme aguantar
le he soltado una sonrisa
y me he visto naufragar
en las olas de su pelo
que es brisa, es sol y es mar?.





Rincón de Café (VIII) - Obra de Eduardo Vicente (Madrid 1909- 1968).