miércoles

Prosa en Verso VII (¿Y si te digo que te quiero?)

Y si te digo que te quiero
y termino descubriendo
que el sol se oculta y al instante te veo
y que se desgarra el tiempo en una tela invisible
intangible,
perdida en insondables parajes.

Y si te digo que te quiero
y termino descubriendo
que el aire se condensa
y se hace pesado,
rígido
y se nublan los ojos como ocultando un lienzo.

Y si te digo que te quiero
y resulta que no puedo
y no porque no pueda
sino porque tu no me dejas
no quieres
y me pones trabas, obstáculos.

Y si te digo que te quiero
y resulta que no debía
 que era mejor callármelo
y no gritarlo a los cuatro vientos,
no irme lanza en ristre,
y no arriesgarme a alejarte.

Y si te digo que te quiero
y no te lo explico
y no me arrepiento
y no me lo callo
y solo te lo digo
y solo lo susurro
¿y si mejor te lo escribo?



Prosa en Verso VI (Mi escape, escribir)

Y de nuevo
mi escape es escribir
y exorcizar así
esa tristeza que no duele
sino que arde,
no perfora,
rasga,
no destroza,
lacera,
quema
y hace jirones
esa tenue seda que cubre el corazón.
Con agudas uñas
que cortan como el papel,
frías como glaciares,
secas como arena sahariana,
con delicado morbo desgarra,
con sutil lascivia araña,
con suave placer hiere
y hace brotar pequeñas gotas
del vital líquido carmesí
que gritan de escozor,
que aúllan lastimeras,
que gimotean con temor.

Escribiendo intento exorcizarla,
intento así apartar de mi el desprecio
que por mis inexpertos errores,
que por mis infantiles ilusiones
y por mis sentimientos en volutas nace.
¿En donde más podría descargar tal desolación?
¿En donde mas podría despojar vagas soluciones?
Escribiendo solo encuentro pequeños descansos,
Escribiendo solo encuentro mínimo consuelo
pero escribiendo encuentro que escribiendo me encuentro.

Prosa en Verso V (Temor)

Ahora,
ahora le tengo miedo
a la palabra amar,
a amar algo,
a amar a alguien,
a amar a alguna o algunas,
a amar sin condiciones,
a amar sin miramientos,
a amar con ganas,
a amar con compromiso.

Le temo a los estragos que causa,
le temo a lo que el amor le hace a la gente,
le temo al llanto,
al desazón.
Le temo a ver caer la lluvia triste,
le temo a ver las lágrimas suicidarse contra el suelo
o asfixiarse en un pañuelo,
le temo a ese hialino brillo delator
que recubre mis corneas empañando mi vista,
le temo a la inocencia de los niños
a la cual no se le puede ocultar que se está enamorado.

Pero creo
que el temor más grande
es a amar en solitario,
a amar en silencio,
a amar viendo el blanco techo de mi habitación,
a amar mientras busco colores en el silencio de mis recuerdos,
a amar mientras la radio me recuerda letras de canciones,
a amar mientras escribo en mi cuaderno,
a amar mientras repiso algunas letras,
a amar mujer,
sin que lo sepas.

Prosa en Verso IV (Aferrado)

Absorto,
Extático,
Alelado
o extasiado.
Loco,
Demente,
Chalado
o trastornado.
Ido,
abstraído,
alienado,
o enajenado.
Pero, ante todo,
ilusionado,
esperanzado,
aferrado
a esa pequeña posibilidad
a esa mínima probabilidad
de poder fundirme en un susurro
y que me sientas en un suspiro
de sentirte y que me sientas
de quererte y que me quieras.

Prosa en Verso III (Por mi)

No se si esto que hago
es escribir
o garabatear trazos
en el papel.

No se
si es con sentido que escribo
ni se
si es agradable de leer.

No se
si lo que hago en papel
sea un insulto a los que de verdad tienen don
para las letras.

No se
si sería ridículo para el que lea
No se
si incluso salga mas allá
de mi cabeza y mi cuaderno

No se
si debería pensármelo dos veces
antes de gastar
tinta y papel.

Pero creo saber algo
creo tener una única certeza en todo esto
y es que, aunque antaño
me gustaban mis ilegibles garabatos
hace mucho creí haberle perdido el gusto;
creí que ese enajenado trozo de cerebro
que hace que mi mano se mueva sobre el papel
había perecido ante múltiples ataques de tristeza.

Pero resultó estar dormido,
dormido y no fallecido,
y me hace escribir de nuevo
y aunque tal vez no tenga sentido lo que digo
creo que es por mi por quien escribo.

Prosa en Verso II (2 mentiras)

Yo veo al amor como Papá Noel,
San Nicolás, Santa Claus
o el viejito barrigon y barbado
que gusta de las galletas con leche
y le da por regalar cosas
en las noches en que se le espera.

Los veo parecidos,
ambos, por lo general, visten de rojo,
ambos son difíciles de encontrar
y, al parecer,
ya nadie cree en ninguno de los dos.

Los adultos suelen inventarse cosas
que se les parezca y se engañan
y si les preguntas se confunden
y no saben decirte
cuando y como se mintieron
para lograr dejar de creer.

Solo sé de dos tipos de personas
que todavía suelen creer en ambos,
los niños
y los que sienten como niños.
Lamentablemente los niños son cada vez menos niños
y los que sentimos como niños confiamos cada vez menos
en eso que sentimos.

Por eso Santa Claus,
Los niños,
los que sentimos como niños
y el amor
estamos en vías de extinción.

Prosa en Verso I (EGO)

Yo me llamo yo,
y supongo que habrá mas personas
que se llamen así
pero yo me llamo yo.

Me llamo cuando me necesito
aunque son escasas las veces que tenga que llamarme,
casi siempre, cuando me necesito, estoy allí donde me encuentro
casi siempre, cuando me necesito, cuento con la fortuna de contar conmigo.

Hay veces, rarísimas si, pero hay veces
en que me llamo y no estoy
y me busco, y me encuentro
aunque siempre tardo en hacerlo
y me llamo con desespero
y me preocupo por saber donde estoy
y, mas tarde, luego de tanto buscarme
aparezco detrás de algún obstáculo
mínimo e invisible
y me sorprendo al ver cuán pequeño puedo llegar a agazaparme.

Yo me llamo yo
aunque para algunos puede llegar a ser tan confuso
que prefieren llamarme por mi nombre.